lunes, 7 de julio de 2008

Escalinata


Estoy de vacaciones en pleno período de exámenes. pero el potencial dolor de cuello pasó por alto las cervicales y, hasta hoy, acuna donde comienzan las piernas (no, los tobillos no me duelen).

El domingo, sobre las once de la mañana, Lucía M., Mariana S., Josean y yo subimos la Sierra de las Ánimas, ubicada a pocos kilómetros de Piriápolis. Debo admitir que estoy fuera de forma para estas cosas, y que, cada vez que arrivaba a una meseta, me hacía ilusiones de que la aventura terminaba allí. Mientras tanto, admiraba los talones de mis compañeros y sufría -con pesar- el peso de mi mochila. Eso le pasa a los pioneros que, como yo, exageran con el "por las dudas". Rato antes de llegar a la cima (513 metros sobre el nivel del mar), Josean se ofreció para cargar con mi mochila, que contenía (in)útiles varios: campera, buzo, camperita de algodón, dos cámaras, elementos personales y una botellita vacía. Quién iba a adivinar que, a principios de Julio, pleno invierno en este lado del planeta, la temperatura iba a ascender a 27º C. Sí, sólo yo no me di cuenta. Sin embargo, si hay algo de lo que puedo presumir, es de mi sentido de la orientación. Y de la noción de distancia, cosa que a algunos dueños de paradores (bar, restaurante, o lo que sea que fuere) no la tienen tan clara.

Josean dice que él ya comprobó que todo depende del sexo y de la cara que tengas a la hora de preguntar: kilómetro y medio, si estás cansado; cinco kilómetros, si pareces entusiasta, con posibles variantes entre hombre y mujer. Tuvimos mucha suerte de no aventurarnos a ir a pie hasta el cruce donde paran los ómnibus. Después de haber subido-bajado la Sierra, esperar durante cuarenta minutos el bus, soportar dolor de piernas y sufrir la decepción de que mi heladería favorita de Piriápolis estuviera cerrada, llenamos la panza de pasta.

Hoy estoy de vacaciones. Me alegra estar en casa estudiando y recuerdo ese feliz sábado de julio con una botella llena al alcance de la mano. Un brindis por nuestro amigo español que se va dentro de poco.


PD: Arriba, en la foto, me esperan mis compañeros en la última roca de la Sierra.

8 comentarios:

Lebowski dijo...

Me encanta, Josean no tiene apellido. Es como Ronaldo.

Un beso, Minerva

Emma dijo...

yo no llamaría "estar de vacaciones" a este momento del año. Pero lo dejo a tu criterio.

Minerva dijo...

Es para dar lugar a que la gente le ponga adjetivos. Para mí Ronaldo es el feo.
Emma: las vacaciones en casa son duras.

No te contaré nada nuevo dijo...

Hongos, chocolate, fotos, machucones… Sólo faltó el café.

Arkadia dijo...

Lucias, Marianas y Virginias hay a patadas. ¿Pero cuántos Joseans hay en Uruguay?

Emma dijo...

Cuántos Joseans habían en Uruguay. Je.

eresfea dijo...

¡Pero qué feo es el Josean ese de la fotografía! Píntale un bigote y una barba con el fotochop.

Minerva dijo...

¡Ja, ja! Armé una verdadera revolución con los nombres. La próxima vez me limito a poner sobrenombres. Arkadia puede ayudarme, claro. Es experta.